Mi historia en el culturismo

HAZ QUE TU CAMBIO SEA REALIDAD

Nuestra Historia

Desde que tengo memoria, mi vida ha estado ligada al deporte. Crecí rodeado de esfuerzo, competición y superación. Desde niño he practicado fútbol, natación y tenis, pero donde realmente empecé a destacar fue en judo, disciplina en la que fui cuatro veces campeón navarro (2013, 2015, 2016 y 2017) y subcampeón en 2014.

Más tarde descubrí el pádel, un deporte que me llevó a competir al máximo nivel y a cosechar grandes resultados: 25 medallas, 22 de ellas en mi etapa de menores, entre las que destaco ser campeón de España por selecciones de menores, campeón máster navarro en distintas ocasiones y subcampeón absoluto de Navarra —con dos bolas de partido en una de las finales—. También tuve la oportunidad de participar en unos 20 campeonatos nacionales y de ganar títulos en Andalucía.

A lo largo de todos esos años, el deporte no solo me enseñó disciplina y constancia, sino que también me permitió descubrir algo importante sobre mí: siempre he destacado por mis cualidades físicas. Mi cuerpo respondía al esfuerzo, y con cada nuevo reto sentía que podía llegar un poco más lejos.

Sin embargo, con el tiempo el pádel empezó a dejar huella en mi salud mental. La presión de competir, la exigencia constante y los momentos de duda me llevaron a buscar un nuevo equilibrio. Fue entonces cuando, casi por casualidad, el gimnasio apareció en mi camino. Recuerdo que un chico de un campus de alto rendimiento de pádel me dijo una frase que se me quedó grabada: "Tienes potencial, podrías tener un físico increíble si te lo propusieras.”

En ese momento no lo sabía, pero esas palabras cambiarían mi rumbo. Dos años más tarde, me miré al espejo y me dije a mí mismo: "Voy a ser capaz de ver de lo que soy capaz en un año."

Ese fue el punto de inflexión. Contraté a un nutricionista, empecé a entrenar con disciplina y poco a poco, el gimnasio pasó de ser un espacio nuevo a convertirse en mi refugio, mi motor y mi pasión. Lo que comenzó como un desafío personal se transformó en una vocación: la preparación física, tanto la mía como la de las personas que buscan mejorar su cuerpo y su mente.

Hoy, el culturismo ocupa un lugar muy especial en mi vida. Aunque es un camino que apenas empieza, me ha enseñado que la verdadera fortaleza no se mide solo por los músculos, sino por la capacidad de mantenerte firme, incluso cuando nadie te ve.

Mi objetivo ahora es compartir todo lo que he aprendido: inspirar, guiar y demostrar que el cambio es posible. Porque el éxito no llega por suerte, sino por compromiso, esfuerzo y mentalidad. Y si algo he aprendido en este viaje, es que cuando crees en ti y te mantienes constante, los límites desaparecen.